lunes, 12 de mayo de 2008

Ayuna de lapiceros o Morir en hoja vacía es la calamidad más inmunda para un escritor

Los cuadernos abrigan una ayuna de lapiceros, 
se jabonan de soledad los renglones, 
escondidos vagan por carreteras de ideas 
sin encontrar el terreno idóneo. 
Como el morir en hoja vacía
es la calamidad más inmunda para un escritor, 
vigila bajo corazas tumefactas cualquier frasco hermético 
sea de hielo,
de fuego, 
no importa, 
¿que encubre la cinta de la noche?:
bordean alaridos, 
dedos de pies,
manos en el rondel de los sikuris
—es posible no morir—, 
se engendra una alcoba donde habita la esperanza,
el color matemático de la fe:
una imagen en la línea, 
una frase en la hoja,
el escritor [aún] no ha muerto.
Moisés AZAÑA ORTEGA

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