martes, 23 de marzo de 2010

LA SOLEDAD DEL HOMBRE


Para mi amigo J. P.,
el amo de las calestenias narrativas.

Es decir, eres un independiente que cada domingo recibes de tus padres tu semana. Vives solo, podrido en la soledad de los libros, las películas, las angustias, la oscuridad, el calor, pero sin resistir el mes, ni siquiera los siete días. Un independiente que es únicamente independiente para tomar decisiones mas no para mantenerse. Un amante de la soledad que no tolera estar solo, un solitario que no gusta del aislamiento impugnable que dan las cuatro paredes, que no resiste la presencia de la incomunicación, la clausura perpetua, el destierro indefinido, el eterno monólogo. Un solitario de ficciones, un solitario que todavía no ha experimentado la verdadera soledad.



La verdadera soledad, en realidad, es no tener a nadie, no hay mamá ni papá a quienes visitar, amigo(s) a quien(es) llamar, es caminar por la ciudad con gente a quien no se saluda, es la real ausencia humana. Es vivir con un mundo, rodeado de miles de personas, sin conocer a nadie; se camina, se come, se excreta, pero estos no son más que simples lazos que nos amarran a la vida, caricias crueles que nos evitan pensamientos innobles, por ejemplo, que todos esos pasos ásperos y tristes y comprometidos y peligrosos, sirven de nada. Porque hay soledades con quienes tomamos anís y soledades que nos niegan una tasa de agua, son las soledades que derrotan, las llamamos homicidio de soledad. Es la soledad del hombre que ni siquiera está consigo mismo, en cualquier enfrentamiento propio, gane quien gane, siempre perderá.

febrero 2010
AZAÑA ORTEGA

martes, 16 de marzo de 2010

Desertor de perseverancias

Un hombre sin perseverancia es un hombre que deja de caminar, un hombre inválido, sin voluntad y sin silla de ruedas. Un hombre sin perseverancia ni siquiera vive, se aplasta mucho antes de que anochezca y antes de que amanezca ya se le considera muerto. Puede pensar mucho y obrar mucho, pero sus pensamientos y sus acciones no condicionan una dirección ni un progreso, solo son referencias de que a pesar de la nulidad, está vivo. Un hombre sin perseverancia puede tener talento pero el talento también requiere constancia, estar allí, trabajar y solo descansar una vez cansado. Pues hay talentos que se construyen, talentos que se nacen, pero también talentos que se destruyen o mueren antes de haberlos encontrado. Y la perseverancia es base de toda construcción. Y yo, soy un hombre sin perseverancia.

Lo positivo es que soy consciente de este defecto. He empezado muchos asuntos y pocos los he concluido, estos pocos no me sirven de aliento ni me llenan de algún frívolo orgullo, por el contrario, siento que lo hecho es nada, y por tanto, en lugar de alentarme, a veces sufro desazones y desalientos tan profundos que me llevan, de la mano, al camino de la angustia. Apoyado en la angustia fácilmente puedo caer, y con dificultad puedo pararme. Sin embargo, siempre me pongo de pie, quizá es la fuerza de la juventud, esa energía que todavía nos acompaña en esta edad gloriosa, por eso —y otras cuestiones— le temo al tiempo, aunque es un temor rebelde, verdaderamente no es temor al tiempo, sino, sensaciones difusas símiles a la rabia o impotencia por lo que trae y lleva, la vejez por ejemplo, tal vez porque en la edad de las canas si me caigo, ya no pueda levantarme, y no habrá quien detenga mi avance hacia el mismísimo abismo.

He empezado muchos asuntos, dije hace un momento, por ejemplo un relato que según mis cálculos debía estar listo para un viernes de hace dos semanas. Empecé a escribirlo y lo dejé a medio camino. Hace unos días, ordenando mis archivos, lo encontré y decidí terminarlo, le di sus debidas correcciones, le eché ganas toda una tarde, ensimismado y alegre por reencontrarme con las palabras. Y nada, mi esfuerzo solo valió esa tarde, esas ganas murieron al amanecer siguiente convirtiéndose en pérdidas.

Quise trabajar y bastó que un empleo me negase sus puertas para ya no buscar otro. Muchos libros leídos hasta la mitad (defecto ya desecho). Amores inconclusos. Confesiones postergadas. Epístolas pendientes, epístolas incompletas y epístolas sin envío. Mi habitación con la misma cortina momentánea que coloqué hace un par de años. Decisiones interrumpidas por dudas reincidentes. La lista es larga, habrá un colofón por ahí que deseo no rescatar. Y ahora, para el colmo de las «in-perseverancias», dejo el texto que estás leyendo inventando un fin distinto al imaginado.

febrero 2010

AZAÑA ORTEGA

sábado, 13 de marzo de 2010

Yo quería jugar a la alegría

Yo quería jugar a la alegría, a jugar sin dolor, a vivir sin dolor. Quería jugar a que siempre era niño, que tenía mi chica y que nos queríamos. Yo quería jugar, Señor de los Cielos, a que el amor no envejecía, a que mamá y papá duraban para siempre, y que yo, simple humano con lentes, chiquito o mayor, jamás me abandonaría por los balcones con las palabras de pesar.

Pero un día una piedrita me dijo que la vida no ha nacido para jugar, sino para darle oraciones mañana tarde y noche, que los sufrimientos son el único pan que nunca falta, y que acostumbrarnos a ella es de sabios, de hombres eternos que pasan los cielos. Y qué inventar, si no se es sabio, y si en lugar de pasar los cielos, nos quedamos aquí abajo, qué orar si nos quedamos sin boca y sin pensamientos, cómo caminar a la trascendencia celestial sin sacarnos los anteojos. Pues, Señor, a la vida le gusta ser abstracta, insensible, vengativa y humana. No come nuestro pan, ni toma nuestras sopas, pero se lleva a nuestros panaderos, a nuestras cocineras, a nuestros amigos, a nuestros amores y a nosotros mismos. Convierte nuestra vida en eterno camposanto. Lo peor es que nosotros presenciamos las tumbas, colocamos la cruz y regresamos a casa para proseguir con nuestro entierro.

febrero 2010
AZAÑA ORTEGA

lunes, 8 de marzo de 2010

-es tonto creer que el pasado no presentea un futurosente-

abril 2009
AZAÑA ORTEGA

martes, 2 de marzo de 2010

Carnaval limeño

Debido a que he estado y continúo mal, no pude colgar a tiempo lo que escribí el año anterior. Pensé colgarlo el domingo veintiocho, último día de carnaval, sin embargo aquí me tienen publicándolo, rezagado. El primer párrafo es solo una breve introducción.

Veinticuatro departamentos tiene el Perú, allí hallamos muchas y disímiles costumbres o tradiciones que a pesar del tiempo continúan en pie. Una de las tradiciones es el carnaval. Tradición exultante que de acuerdo al lugar la celebración varía, por ejemplo en Cajamarca —departamento en que es casi su símbolo— los disfraces, la chicha de jora, las guitarras, comparsas, corsos, bailes, el suculento caldo de cabeza son algunos de los matices de su gran fiesta. En cambio, en Lima, aunque hace menos de un siglo el festejo era de manera decente con lujosos bailes de disfraces y reinas de belleza, hoy parece que aquel recodo histórico ha sido totalmente clausurado por este vendaval que la nueva juventud ha ido imponiendo.

Globos llenos de agua son lanzados cual proyectiles hacia cuerpos de limeños y limeñas, carnaval tiene la culpa, tardes rebosantes de risas y de gritos, ¡qué tienes imbécil anda moja a tu mamá!, baldes de agua (no siempre limpia), mójale mójale mójale, ¡si me mojas yo te remojo!, talco que por lo general termina cayendo más en la ropa que en el rostro, ya ya ya ya agárrala agárrala, pobre de ti si me tocas baboso, manos manchadas de betún o colorete con deseos de incitar la venganza, ya te cagaste te voy a dejar zamba, el propósito es divertirse, báñate aunque sea por carnaval cochino, la edad o bien ayuda o bien dificulta, ¡no juego con mocosos!, chisguetes de todos los tamaños y de todos los alcances (manguerazos, pistolas, metralletas, misiles de agua), ya carajo no me mojen, yo mojo peor, estúpido estoy refriada, no se moja a los hombres huevón, no me entres con tu ropa mojada vas a trapear todo lo que mojas, no jueguen con agua se van a enfermar, nunca faltan las madres escandalosamente preocupadas, quién te ha mojado carajo acaso su papá me va a dar un sol para las pastillas por mí te dejo muriendo pa’ que aprendas, pal’ calor pe’ vecina, anda moja a tu mujer viejo prostático, siempre habrá un sincero pretexto para renegar, ¡qué rico para jugar no carajo? qué rico para jugar ¡como si tú lavaras!, no gasten mi agua que he juntado para bañarme, recién he almorzado no juego no juego, pajero no le cayó, ya te quiero ver cuando te saquen la mierda, no sube el agua arriba, en algunas vecindades puede faltar la madre escandalosa no obstante es infaltable el vecino jodido pero que tiene toda la razón, vayan a jugar en la puerta de su casa no vengan a fregar aquí la paciencia, no dejemos de lado a los niños que mami pa’ jugar carnaval, te dicho que no entiende, en la puertita nomas ya pe ma’, no, mami y Rodrigo cómo juega, es que su mamá no lo quiere, mami ya pe, no carajo...

Agua es vida, no desperdiciarla.

Segundo domingo de febrero de 2009

AZAÑA ORTEGA