domingo, 14 de febrero de 2010

Catorce de febrero









Yo no quiero catorce de febrero (…)
lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí.

Joaquín Sabina
. «Contigo»

Es catorce y muchos enamorados y amigos saldrán a pasear. ¿Qué celebran? ¿Ellos celebran o alguien los celebra a ellos? Catorce de febrero se ha convertido en el agosto de los hostales, de los corazoncitos de plásticos, de las flores artificiales y de otras miles de galanterías y detalles sin ingenio. Porque hoy, además, la huachafería y la cursilería serán las reinas de las palabras y de los actos. ¿Más promesas, más pruebas, más amor? ¿Qué diría Eros de todo este enredo? ¿Y Afrodita? ¿Acaso se acostará con Hefesto o tendrá alguna orgía con Zeus, Poseidón y el mortal Héctor? Pero una cosa es hablar de Afrodita con los dioses y otra muy distinta de los individuos que ahora alistan sus últimos cartuchos. Rodolfo Hinostroza habría dicho: «Una cosa es un desnudo griego mirando el Támesis y otra un cholo calato mirando el Rímac».

Hablar del catorce de febrero es también hablar de los renegados, los misántropos, esos tipos oscuros que detestan las fechas memorables que reúnen como nunca a tantos estultos que se juran amor eterno o los que se dan abrazos felicitando la amistad etílica. Los dizque misántropos no salen, se quedan en casa a pesar de que Cuchita y Luchito y Pepita y Pepucho y todos sus patas le ha invitado al Paseo de Aguas o a Cine Mark o a la playa Naplo o al populoso parque del Amor. Ellos se quedan en casa aunque no por eso son más felices. O ven películas o chatean o leen o juegan en internet o recuerdan amores pasados, y si tienen amores presentes, para estar acorde con su ideología, se excusan diciéndole a su pareja que le jode salir el catorce, le jode encontrarse con un mundo sudoroso lleno de sonrisas idiotas y helados y colas y veredas repletas y… y… Está bien, está bien, Tato, ya te entendí, pero mañana de todas maneras nos vemos. Entonces el misántropo puede continuar jugando en su compu' Residencia Maldita II.

Otros, los que no tienen chica, los solitarios eternos que siempre recuerdan una y otra vez a su única chica, llaman por la noche a su otro amigo que tampoco tiene, hacen una chanchita y compran un Frugos. En el parque más cercano rememoran los amores antiguos, confiados en que ellas todavía los recuerdan y los aman más que ayer, incluso más que a sus actuales enamorados. No saben que ellas en ese momento se encuentran emocionadas gritando y sudando en alguna habitación desconocida.

También existen los ahorradores. Han ahorrado sacrificándose al máximo para este día. ¿Cervecita? No, estoy guardando para el catorce. ¿Gaseosita? He dicho que no, estoy ahorrando para darle algo especial a mi osita. A propinas o a punta de trabajo han conseguido una robusta billetera y llegado el especial día se gastan hasta el último céntimo con su amorcito. Peluchito, quiero un helado. Peluchito, no me gusta de vainilla, quiero de chocolate. Amor, Platanito, Gordo, Peluchito, me prometiste que hoy me comprarías mi… Lo sé, Osita, ya te lo he comprado, no te preocupes. Pero Peluchín, yo no quería rosado, te dije, yo quería el lila. Pero Osita. Ya no quiero nada, regálale a tu hermana o métetelo a; hasta aquí nomás llegamos, has matado mi amor. Pero Osita. No me digas Osita, se acabó, entiende, chao Luis Gabriel. ¡Pero Osita, Caramelito, Muñequita…!

Todos los días acaecen eventos, es inevitable, pero si sucede el catorce, lleva un decorado distinto. Por ejemplo, hay madres que justo hoy dan a luz. Algunas lo hacen apropósito. Sí, qué importa, doctor, por cesárea o como sea. Tengo un amigo que al parecer nació un día como hoy a la fuerza. Cualquiera creería que tiene una suerte envidiable para el amor, sin embargo, el nacer el catorce fue un hecho fatídico, una marca imborrable: no hay chica que le dé ni media mirada. Échele ganas Raulito, ella no es la única.

Muchos esperan el catorce para confesar su delirio de años. Ahora sí, ahora sí, es el día, ahora o nunca. Eeee… (¡No-chi-to!, ¡No-chi-to!...), desde que te vi, tú sabes, eee…, eres bonita yyyyy… (¡sí-se-puede!, ¡sí-se-puede!...): quiero estar contigo. Ahora estás conmigo, Nochito, tú estás aquí, conmigo. Sí, pero, o sea, tú me entiendes, María Rosa, me refiero a. No te entiendo Nochito, ahora tengo sueño, gracias por el paseo y las flores, eres muy lindo, yo sé que encontrarás a una chica buena para ti. Pero, María Rosa, no te puedo dejar acá, te acompaño a tu casa. No, mi mamá se puede amargar si te ve, gracias Nochito, nos vemos. Nochito la ve irse, no llores Nochito, como ella te dijo, ya encontrarás a una chica buena para ti; la cuestión ahora es que la chica buena piense lo mismo de ti. Y ni se te ocurra ir más tarde por casa de María Rosa, la encontrarás besándose en la sombra de su puerta con Nacho.

Pero si tenemos en cuenta a los mayores, esa masa gigante que ya cuelga papadas y arrugas y depresiones, nos percatamos de que la gran mayoría está en casa, cansada de catorces de febreros, cansada de detalles y hasta cansada de amar. Hoy lo mismo puede ser, para esa gran masa, catorce de enero o catorce de marzo o catorce de abril, o sea hoy es domingo y punto; la mamá: qué cocinaré hoy, el papá: déjenme descansar, estoy cansado y tú jodiendo, ¿qué dices?, ¿vas a salir con quién?, te quedas ayudando a tu mamá. Pero papá, y como al Nacho si le dejas. Él es hombre, sabe cuidarse. Yo también sé cuidarme. Carajo, no entiendes, he dicho que no vas a salir, tantas violaciones hoy en día, crees que no sé quién ese tal Huilfredo, es un pendejo m’hija, sino pregúntale a la Ruc, si siquiera saldrías con el Nochito. ¡Papá!, toda la semana no he salido y he estado ayudando a mi mamá, más bien el Nacho no ha hecho nada, no es justo; mamá, dile a mi papá que me deje, el Huili me está esperando. Como ven, también encontramos a chicas que han planificado detalle a detalle su día y al final ocurre todo lo contrario. También encontramos un montón de plantados, ¿sí o no, Huili?

En fin, vivan su catorce que se acaba, conste que tendrán que esperar un año más. Festejarlo mañana, no es, no paga. Y si no quieren gastar, caballeros, hagan como mi pata P. que unos días antes del catorce discute con su flaquita y se reconcilia un par de días después, o sea mañana o pasado mañana a más tardar estará reconciliándose. Y ustedes, chicas, no den ilusiones en vano, ni se vendan por un helado o por un osito de peluche.

Ah, también encontramos sujetos que se pueden quedar en casa escuchando posiblemente a Sabina o a Joan Manuel Serrat, escribiendo cual huevón acerca del catorce de febrero, esperando tal vez que su muchacha de ojos tristes se muera por él.


MOIZÉS AZÄÑA