lunes, 31 de agosto de 2009

domingo, 23 de agosto de 2009

Soledades


Extrañarán volver a acostarse juntos, extrañarán los ronquidos que incomodaban e impedían volcarse en el sueño, extrañarán las pataditas, las breves discusiones que desvelaban sus noches; extrañarán tener en sus costados el pellejo grasoso que cada día aparentaba más a papel ajado que piel humana.

Se extrañarán. Cada uno pensará en el otro con más frenesí que los primeros días de enamorados, no dormirán por concluir una fantasía de reencuentro, por crear historias inverosímiles como creaban en su juventud sostenidos de la almohada. Tratarán de volver a encontrarse pero el encuentro tendrá que ser casual, disimulado y repentino sin que ninguno se vea descubierto en el plan diseñado noches atrás, pero ninguno se encontrará, kilómetros los separan.

Resignados se contentarán con recoger y pegar las fotos rotas que alguna vez endiablados echaron a la basura. La goma será la aliada de la nostalgia mientras el retrato se esté recomponiendo cual rompecabezas. Pero nada tendrá el mismo sentido, en vano humedecerán de gotas esas fotos, ninguna imagen será igual a la real; la acariciarán y luego de besar ese papel colorido entenderán que aquel pedazo de recuerdo es más frío que la estación en que viven sus cuerpos y sobretodo sus agobiadas almas. Sin saber, volverán a romperlo para volver a echarlo al tacho de basura con la categórica decisión de ya no recogerlas jamás. Antes de que se arrepientan la tirarán al primer camión de limpieza para después llorar arrepentidos y acostarse solos otra vez y soñar otra vez y otra vez y otra vez…

Y así levantarse y continuar su vida hasta que uno de los dos asista al entierro del otro, y vuelva a llorar, se haga una cruz en el pecho y en su oración implore que en aquella esperanza llamado cielo, se encuentren.

De regreso a casa la vida será una farsa, esa cama, ese sillón, ese televisor, tu casa. Todo: una farsa. Tú solo en un mundo repleto de soledades.

3 de abril

AZAÑA ORTEGA

miércoles, 19 de agosto de 2009

viernes, 14 de agosto de 2009

Rapataré tu boca...

Raptaré tu boca y la tendré como rehén día y noche sentada en bancas blancas y húmedas, se saciará de sed con más sed e imposible será no humedecerse en tazas cansadas. Se privará de los lamentables tributos que cobra el tiempo y no comerá más que estremecimientos y emociones raras sin definición sostenidos en los bolsillos de la cortina roja; alejada, muy alejada de la justicia y la felicidad griega de la medida, arrinconada a orillas del hedonismo, cerquísima a la eutanasia.

Secuestraré tu ropa y la colgaré en mis sueños; en la realidad de las quejas, en la realidad de los zapatos y pasadores despertará desnuda. Tu ropa en mi cordel será el huerto que espera mi cosecha.

Suplicaré tu piel hasta dejarla exhausta tendida en la memoria, cenará agua divina, se hallará inmortal predicando sobre poros e intersticios, una Biblia sin parábolas, un versículo sin profeta, pedazos de pieles que imponen sus nombres en montón de párrafos apócrifos.

Naceré tu alma y no existirá almanaque ni perdón que resucite ni razón que compruebe ni miedo que llore, solo sangre en las palabras, solo vida en el silencio desgatado de lenguaje, entonces, regaré mis ojos mi nariz mis pestañas y mis vellos, mi cansancio mis pómulos mis uñas y mis dedos todos, también la diáfana suciedad de los días, la eterna inmundicia de mi pasado, esa historia sin orejas y mil bocas que sumerge pantalones tierra rencores torpezas y medias, las regaré contigo, en ti. Y todo tendrá el sabor de Uno, de Unidad en lo Múltiple, apenas dos elementos: tú, yo: la manera más tonta de existir pero a la vez la más sensata.

7 de julio
AZAÑA ORTEGA

lunes, 10 de agosto de 2009


-ya que el hombre no puede ser su propio Dios, 
tiene la necesidad de creárselo-

29 / 06 
AZAÑA ORTEGA

jueves, 6 de agosto de 2009

Banderita




Una fecha memorable puede ser obviada y mentirosamente ignorada por mi madre, y el día transcurre de lo más normal. Será por eso que he vivido casi toda mi historia sin que coloquen la bandera roja y blanca en la azotea. Aunque esto no ocurrió siempre. Algún año colocaron la bandera pero esta después se perdió o la utilizaron para limpiar algún objeto sucio. Pero mucho antes de ello, hubo una fiesta patria que luego de marchar en mi colegio de primaria, instalé orgulloso mi banderita. Bajé a mirarla. La vi altiva y distinta, mejor que todas las banderas de tela y parecía que el mundo se había detenido para verla flamear. Percepción bastante subjetiva. A los pocos días cuando regresaba de jugar noté que ya no estaba, su ausencia me pareció una especie de insulto. Subí corriendo y no la encontré en ningún lado de la casa porque estaba en el techo de la vecina. Un furioso aire antipatriota la había lanzado a ese terreno donde también descansaban pelotas cada día más chicas por la fuerza del sol.

No sé qué día descubrí que no fue el aire quien la aventó sino un primo mayor avergonzado de la enana bandera. Más tarde comprendí su vergüenza y cuando la entendí también me ruboricé.

27 de julio
AZAÑA ORTEGA

lunes, 3 de agosto de 2009