sábado, 11 de diciembre de 2010

El cementerio de tus labios lleva tu nombre. El paraíso lleva tu nombre. Tu rostro es poesía pura; tus ojos, el robo de alguna catarata que olvidaron Apolo y Dionisio; ambas cejas, fina población litúrgica; tus pestañas, el vínculo supralunar que lleva al Infierno. No hay mujer más diabólica y más bonita que tenga un rostro celeste. Tuviste que nacer para que en el Caos haya un sentido, una luz, una vela.

AZAÑA ORTEGA