jueves, 15 de mayo de 2008

Ómnibus indocumentados

La detención de 130 delegados de Bolivia que venían a la Cumbre de los Pueblos que se realiza en Lima es nueva prueba del autoritarismo macartista del régimen.
Resulta ridículo el pretexto con que se detuvo a esos delegados: que no todos los asientos tenían cinturón de seguridad.
Es ésta una señal de los métodos que aplica Alan García, el mandatario que ha dictado decretos que establecen impunidad para militares y policías que maten a ciudadanos que protestan, y que ha recomendado a los policías: “actúen antes de pensar”.
Éste es el gobierno que ha ordenado represión violenta contra los alumnos de San Marcos, la universidad más antigua de América, y el cual ha pasado la esponja del silencio sobre el asesinato de campesinos de Ayacucho y Barranca.
Éste es el régimen que tiene como Presidente al político que ordenó la matanza de presos senderistas en la isla penal El Frontón, y que, además, ha colocado en el cargo de primer vicepresidente de la República al almirante Luis Giampetri, mando a cargo de esa matanza.
Éste es el poder político que asiste impasible al despido de miles de trabajadores que no han cometido más delito que el de organizar un sindicato o afiliarse a él.
Éste es el régimen que quiere entregar, por 60 años, los puertos del país y pretende adjudicar en propiedad millones de hectáreas de la selva amazónica a capitales privados.
Es éste el poder que defiende a capa y espada, con intervención agresiva del propio García, a empresas mineras que quieren envenenar, y envenenan, ríos y pueblos, como en el caso de Majaz, en Piura.
Éste es el régimen que no tolera la crítica, y cuyo Presidente insulta sin reparos a la oposición, en particular a la prensa independiente y sobre todo, modestia aparte, a LA PRIMERA.
Éste es un poder que cree que la única vía para el progreso económico es la inversión, en particular extranjera y sobre todo chilena, cuando varios países asiáticos así como Irlanda han demostrado que el factor desencadenante del avance es el gasto en ­educación y ciencia y tecnología.
Por todo eso, no sorprende que la autoridad policial haya decidido aplicar a los bolivianos la mano dura que el presidente García postula como pauta para la fuerza pública.
La detención de los delegados bolivianos es coherente con la prisión con que se castigó a peruanos (dos ya libres), cuya ­única culpa fue asistir a una reunión bolivariana en Quito.
La nueva arbitrariedad expresa, asimismo, la hostilidad oficial contra el régimen de Evo Morales --hostilidad que es antihistórica y antiperuana-- y la sumisión a las campañas que el imperio ordena desde Washington.
En el fondo, el nuevo abuso servirá para fortalecer convicciones y sentimientos de condena al neoliberalismo que habla de democracia pero estimula la represión y el crimen.

Por CÉSAR LÉVANO (Director del diario LA PRIMERA)