Un pequeño cuento
La historia es sencilla. Ella no
solo tuvo que dar a luz con mucho dolor a sus hijos, también tuvo que
cambiarles los pañales, pasar malas noches una y otra vez, luego tolerar o
soportar berrinches, ayudarles en su formación, sacrificarse con todo su amor,
primero por uno, luego por el otro y así hacerlos crecer a todos.
Una vez
crecidos, ella mal que bien, continuó preocupándose por ellos y haciéndoles
favores hasta el último, dándoles de comer o prestándoles dinero que muchas
veces no veía de vuelta. Los hijos, por supuesto, tuvieron otros hijos y ella
se hizo abuela de muchos nietos. Por su forma de ser o por su crianza, ella
también estuvo de algún modo u otro pendiente de los nietos. Claro, muchos de
ellos lo olvidan o se hacen los desentendidos.
La historia es
larga, para resumirla hay que decir que a ella le crece la edad y empieza a
tener arrugas en la piel y en el corazón, y así, con los días, con los años, va perdiendo fuerzas en sus huesos y
poco a poco va caminando con mayor dificultad, empieza a quejarse de uno u otro
dolor y, para colmo, los que viven con ella no le tienen paciencia y por cualquier
menor motivo le alzan la voz. De este modo, ella envejece más rápido y cada vez
se va alejando de la vitalidad que la caracterizaba, así hasta que un día cae
enferma y la tienen que hospitalizar.
Una vez hospitalizada,
los hijos siguen con sus cosas como si nada pasara, como si su madre estuviese
bien. Ella, por decirlo de algún modo, queda como abandonada a su suerte. Puede
sonar exagerada esta palabra, pero ella sabe muy bien que esta palabra es
exacta. No para todos, pero sí para la mayoría, pues con visitar un día o a lo
mucho dos y solo un par de horas ellos creen que ya cumplieron. Ella, claro, se
entristece y llora. Ellos se excusan, siempre tienen un pretexto en sus labios,
sin embargo sus acciones dicen lo contrario, pues para viendo televisión o
haciendo la siesta o haciendo cualquier otra cosa que muy bien pueden hacerlo
en cualquier otro momento, pues trabajan independientes y no para una empresa que
rija su horario. Y los muchos nietos que tiene, no la visita o la visita solo
una vez.
Lo peor de
todo es que tanto nietos como hijos, sobre todo los hijos, hablan o “bromean”
de herencia y de otras cosas como si ella no estuviera viva. Se preocupan de estas
cosas, pero no de su madre o abuela hospitalizada. ¡Ni siquiera se dan tiempo
sábado o domingo! ¡Ni siquiera se dan tiempo por semana santa! ¿Es para
enojarse o no? Qué historia caray: cualquier parecido con alguna realidad es
pura coincidencia.
moizés AZAÑA
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2 comentarios:
Pero sé que hay un hijo que sí da todo de si por su madre, así que eso vale mucho. Kisses My dear friend!!!..... Natalia :-)
Muchas gracias por las palabras :)
Moisés Azaña
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