1.
Medianoche. Domingo. Mejor dicho, ya es lunes. Dos semanas desde que se
presentó “DOMUS” y me sigo preguntando cómo registrar este recuerdo, qué
palabras podrían ser las indicadas para empezar. Ninguna. O todas. De momento,
estoy en el cuarto de mamá, sigue despierta viendo cómo Aquiles enfrente a
Héctor. A ella le gusta mucho las películas épicas y a veces por ahí suelta
algún adjetivo, sobre todo cuando lastiman un caballo o cercenan cuerpos.
2.
Haciendo un paréntesis: he recibido la invitación (el reto) de mi profesor,
amigo y cantautor Óscar García, el Curandero, para lo de la Red Literaria. Este juego
consiste en escribir durante 4 días y a la par invitar a otros (no se me ocurre
quiénes podrían ser los felices desdichados, tampoco con qué texto podría
empezar, quizá todos estos renglones podrían fungir como el primero).

4.
He subido a mi cuarto. Mamá ya está durmiendo rico. Mamá se llama Enriquetta y
no sabe que este viernes 3 de julio estaré leyendo algo del “DOMUS” en la 1era
Feria del Libro Independiente de Barranco. Las lecturas más o menos serán a
partir de las siete, pero el evento empieza desde las diez y va hasta las
penúltimas consecuencias. Serán 3 días de locura (3, 4, y 5 de julio) en la
Plaza Principal de Barranco. Imposible que se lo pierdan. Aquí las páginas del
programa:
5.
Es inevitable: mi vida consiste en postergar mi vida. Eso de que el presente es
lo único que tenemos conmigo no encaja a la perfección. Yo, más que presentes,
tengo pasados que ordenar y futuros que no comprendo. Nunca me ha ido muy bien
con los adverbios temporales, por más que he repasado una y otra vez mis libros
de gramática. Lo mío, diría, son los pasados que se postergan. Al menos eso
siento esta noche de invierno en que escribo con bividí y con las ventanas
cerradas. Me pregunto qué estará haciendo a esta hora mi andina viejita de junco y capulí.