Moizés AZAÑA
sábado, 31 de diciembre de 2011
Qué sería yo sin esta habitación, aquí existo, aquí soy y también aquí, en este mismo lugar, dejo de ser. Cuántas veces tirado en mi cama he visto el techo blanco y he pensado que lo mejor sería ser parte de ese techo, es más, ser el propio techo antes que ser yo. Y aunque no he sido un techo, he sido una pared. Una de esas paredes que son como una piel o una oreja, que se duelen, que se niegan, que se pierden, que se quiebran. Una pared que le falta color, una pared que todos ven y que todos ignoran. Una pared que sufre sin que se den cuenta.
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