Merde, falta más de un mes para Navidad y ya los fuegos artificiales derrotan al cielo. Su resonancia particular es alegría entre los humanos. Para mí, ese sonido en días de noviembre, es la justificación empírica de la ruina, el prólogo tanático al libro de un año que se va sin haberlo leído.
noviembre 2010AZAÑA ORTEGA
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