Una cosa es falta de tiempo y otra muy distinta falta de ideas. Para realizar cualquier obra es necesario el tiempo; sin él, todo proyecto aunque fuese el mejor planeado, pierde validez y se reduce a la nada. Los griegos, por ejemplo, tuvieron que resolver ante todo sus necesidades básicas y placenteras para recién en el S. VI a. C. entregarse a la búsqueda del conocimiento de la verdad sobre el principio del mundo. Las teorías entabladas por los poetas que ya tenían fama de mentirosos, perdían credibilidad; la creencia de que el Caos había engendrado a Gea y esta a su esposo Urano con los que fundarían la gran descendencia, con los filósofos se fue dejando de lado reduciéndola al espacio de la falsedad llamándola mito. Pudo originarse de ese modo porque hubo tiempo para el ocio donde se entregaban a las especulaciones, sin ello la ciencia se habría retrasado mucho más.
Sin tiempo no hay ideas, pero sin ideas pese a tener tiempo no hay nada, es el estado de nulidad. Sin embargo, hay otra cualidad de vital importancia a la que dejarla de lado sería matarse uno mismo. Podemos tener tiempo, ideas, pero si no poseemos la habilidad suficiente con la cual llevar a cabo el pensamiento, todo será inútil y antes de que se escriba el Apocalipsis vendrá el fin del mundo. Es indudable que todo tiene un principio pero no siempre se le conoce. Y la habilidad en el escritor está supeditada a entidades distintas, inusitadas, singulares, propias del arte. Inefable. Qué se tendrá que realizar para ser un Cervantes, un Stendhal, un Aristóteles, un Vallejo; qué muros se tiene que romper, de qué ladrillos se debe sujetar la obra para que no caiga y permanezca.
Septiembre 2009AZAÑA ORTEGA
4 comentarios:
Joven Sin Calzón.
Estuve recluída en Veracruz, pero ya regresé a mi ciudad DeFectuosa, y yo ciertamente renovada.
Lo que nos merecemos es tiempo y amor, y con ellos crear un espacio sin fin en el alma de los lectores, un espacio separado del mundo por esa tela más fuerte que cualquier muro.
También necesito un viaje, respirar, alejarme un tiempito de este centro de rutina, encontrar otros ojos, otra luz, necesito un poco de otros aires. Luego supongo que igual que tú regresaré, aunque no renovado, por lo menos algo mejor. (Más optimismo, más optimismo, por favor Moisés, qué carajo contigo, señor Azaña).
¿Nos merecemos? Cuánto merecemos, Ana Lucía, quizá más que eso, pero con ello basta aunque no estoy seguro si sobre. Si sobra no sería correcto obsequiarlo, ¿obsequiar la sobra?, lo mejor es que lo poco que tenemos lo brindemos, así será mejor. Y crear... Sin embargo qué difícil crear cuando uno no se siente bien creado.
AZAÑA ORTEGA, Moisés.
AZAÑA ORTEGA
Ni Cervantes, ni Stendhal, Aristoteles o Vallejo lo sabían.
Decía Machado:
"Nunca perseguí la gloria
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción".
Yo también me pregunto qué hará que una obra perdure.
Hablamos, amigo sin calzón (Suena gracioso; es que Ana Lucía te llamó: Joven sin calzón... Qué buena!)
No estoy seguro si lo sabían o no, pero me conviene creer que no sabían.
¿Amigo Sin Calzón? Ja, también me pareció gracioso y sonreí cuando lo leí pero no me parece lo más indicado. Prefiero solo joven, lo de Sin Calzón le pertenece al blog, no a mí precisamente, yo soy Moisés, o en todo caso, Azaña Ortega.
AZAÑA ORTEGA
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