Una fecha memorable puede ser obviada y mentirosamente ignorada por mi madre, y el día transcurre de lo más normal. Será por eso que he vivido casi toda mi historia sin que coloquen la bandera roja y blanca en la azotea. Aunque esto no ocurrió siempre. Algún año colocaron la bandera pero esta después se perdió o la utilizaron para limpiar algún objeto sucio. Pero mucho antes de ello, hubo una fiesta patria que luego de marchar en mi colegio de primaria, instalé orgulloso mi banderita. Bajé a mirarla. La vi altiva y distinta, mejor que todas las banderas de tela y parecía que el mundo se había detenido para verla flamear. Percepción bastante subjetiva. A los pocos días cuando regresaba de jugar noté que ya no estaba, su ausencia me pareció una especie de insulto. Subí corriendo y no la encontré en ningún lado de la casa porque estaba en el techo de la vecina. Un furioso aire antipatriota la había lanzado a ese terreno donde también descansaban pelotas cada día más chicas por la fuerza del sol.
No sé qué día descubrí que no fue el aire quien la aventó sino un primo mayor avergonzado de la enana bandera. Más tarde comprendí su vergüenza y cuando la entendí también me ruboricé.
27 de julio
No sé qué día descubrí que no fue el aire quien la aventó sino un primo mayor avergonzado de la enana bandera. Más tarde comprendí su vergüenza y cuando la entendí también me ruboricé.
27 de julio
AZAÑA ORTEGA
2 comentarios:
Caramba!!
¿?...
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